Hoy me volé de clases

| |

“La Universidad es el burdel del sistema”, y si lo dijo Gonzalo Arango, desertor de la Universidad de Antioquia, desertor de la Patria Boba, desertor de la vida, entonces yo que creo tanto en él, desertare esta vez de clases.

Miércoles.

Horario académico de ocho de la mañana a cuatro de la tarde.
Faltas por asistencia: cuatro.
Posible cancelación por desertar: Una.

11:00 am. A esta hora debería estar anclada en una silla azul bastante incómoda, escuchando al seudoprofesor mechudo hablando de Caracol o RCN, caminando él como un camaleón cansado, y ajustando su entendimiento a las disertaciones abstractas de Lucas. Estoy por el contrario en una silla verde de metro, moviéndome en horizontal y viendo la ciudad en un travelling rápido. Última estación Itagüi.

1:00 pm. Ramón debe estar levantando la pierna izquierda para acomodarla sobre el escritorio blanco, sentado y parado al mismo tiempo mientras lanza comentarios sueltos para que alguien los ataje, y hable de Manuel Vicent. Falto a la única clase que me interesa en este soporífero semestre, el único destello de lucidez dentro de una maraña de clases que confunden mi profesión. Pero debo sacudirme los remordimientos ahora que estoy sentada y volado en un astrolabio rojo, surcando las carreteras, agarrada a penas a la cintura del que maneja, yo con un casco estelar y una mochila enorme que amenaza con tumbarme en la siguiente curva. A la derecha aparece Amaga.

2:00 pm. Buenas tardes queridos estudiantes, sean bienvenidos a otra clase de geopolítica. Pienso en Ramón Maya, en su bigote perfecto y su piel opalina, en su cátedra universitaria (tal vez la única en toda la facultad), sus modales cuidados y sus datos precisos. Estoy segura que esta ausencia me costará todo un siglo de historia, pero a cambio me consuelo con el paisaje bucólico, el olor del Cauca, la fugaz libertad del aire. Siento caliente la alegría del viaje, del exilio temporal, la ligereza de la negación, ese ánimo rebelde que se despierta de pronto y arrebata con ímpetu cualquier asomo de duda. Estoy contenta, y eso es a fin de cuentas, el principio único de la existencia presente.

3:30 pm. Hora para el estrés académico, las fotocopias, el repaso de los trabajos pendientes. Hora para levantar las manos mientras atravieso el ancho del río Cauca, para contemplar el horizonte ambarino que se esconde, tiempo para apretar los ojos, para despejar los pensamientos, para oler las miasmas que dejó el invierno, para sacarle la lengua a un niño descalzo.

5:00 pm. No hay destino, continua el viaje de pueblo. Antioquia de mamoncillo y tamarindo, de piel quemada, de pobreza y alegrías. Este es mi road movie, y nadie, ni el celular que vibra ni los compromisos de escuela, podrán arrebatármelo.

0 comentarios:

Publicar un comentario