Mi mamá le pregunta al vigilante a través de la ventana qué ha pasado con Cielo. Yo apenas escucho algunas frases de etiqueta -de esas que las personas sueltan cuando el corazón no se aprisiona lo suficiente como reinventar la lamentación- entonces me presto a todo tipo de cavilaciones.
Es cierto, han pasado muchos días desde que vino Cielo a casa, su recuerdo apareció tan sólo con la burda necesidad de asear los corredores y las sucias paredes, sucias como mi conciencia. ¿Qué le habrá pasado?
De pronto mamá nota mi presencia y con voz de telediario vomita la noticia:
Mataron a un hijo de Cielo. Tenía 17 años, seguro fue en una balacera.
14 de enero de 2010
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