Mi cuerpo es una celda

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El silencio. Aspírelo con la burda mística de una humarada de cigarrillo o un soplo de marihuana, pero degústelo. Y entonces, piense en él, en Caicedo. Lo primero es su cabello largo, mimesis articulada de Morrison, sus lentes, su fatídica sonrisa, su cine, su ojo, su Ojo al cine, sus poemas y la muerte.

Y su música, qué viva! Pero antes el silencio. Porque el silencio es el primer olvido, la mentira que confiamos, el prólogo de la historia. Ahóguese en el silencio para después escuchar el grito: my body is a cage. Así y sólo así puede escucharse esta canción de Arcade Fire para encontrar a Caicedo. Y si lo encuentra, sabrá reconocerlo en cada cadencia y en cada suspiro.

Los retazos de Andrés Caicedo se exorcizan en la autobiografía que hiló Alberto Fuguet, el director chileno, en un libro que no podría tener otro nombre

más que el título de esta canción. Mi cuerpo es una jaula, mi cuerpo es una celda.

Y quiero sonar ridícula al decir que es el soundtrack de la vida de Caicedo. Y que se rían los cinéfilos y los puristas, pero si Fuguet eligió Arcade Fire para titular su obra, que no es su obra sino la de un muerto, entonces podré invitar a la ligera ensoñación. Así que cortando el silencio canta Win Butler, my body is a cage, y rueda la música acuosa y grácil, como un vuelo sin aleteo, como el ralentizado, como una epifanía.

It's a hollow play
But they'll clap anyway

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