En Niquitao

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De la boca le saltan góticas sucias de saliva matutina, y cada palabra carga el pesado tufo del aguardiente de ayer, mmmm, ¿a qué sabrá un beso suyo?, a la carne que se atoró entre las muelas, a cigarrillo Marlboro, a marihuana seca. Despierta. Hay que concentrase en lo que dice, y no perderse entre los labios marchitos de grietas mugrosas. Y lo que dice es que esta calle era una olla, peligrosa, hermética, drogada hasta los techos y las tuberías, de balas y socavones, de ancianas floridas que se vendían por una papeleta de bazuco, y de inquilinatos. Los inquilinatos que eran como casas de muñecas, llenos de cachivaches y recortes de revistas, de sabanas curtidas y retazos viejos, de pipas, monedas, billetes, calzones, trastes, juguetes, santos y velas.


Ahí está la pared de tapia, ¿qué habrá tras el muro amarillento que se desgaja con el sol?, tal vez un fantasma borracho, una orgia de ratas, un colchón arrugado, una planta muerta. O tal vez están ellos, los de Niquitao, ellos sin nombre, con el pelo largo y maltrecho, de cuclillas raspando las uñas contra el suelo, apostando billetes de mil, armando la pipa con lapiceros de plástico, mezclando el bazuco con ceniza, tirando los dados o fumando pistodiablos.

También están afuera. Allá recostados frente al gran muro de las Hermanitas de los Pobres, la congregación de monjas que más parece un campo de concentración, mustio, opaco, austero. Los imagino en esa fetidez de todo un día de carros, cigarrillos, asados de carne roja, escupas. Ya huelo el vapor caliente de los orines, olor a amoniaco que se envuelve con mierda, olor a basura regada, olor a sexo y sudor.

¿Cómo sería yo en Niquitao?, ja, caminaría como flotando eso sí, sería ese tipo de personajes dementes que llevan un trapo en la mano y encorvan la espalda, ojerosa tal vez y vaciada en pachulí. Podría ser la parejita de este anciano cenizo, compartir un cambuche, pasarle monedas a cambio de pitadas de humo, y reírme ronca con un espectáculo de calle. Ser la suciedad de tantos días, tener las axilas curtidas y un tufo dulzón. Podría usar el mismo nombre, podrían llamarme la Cindy…mmm… podría mejor despertar.

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